Las competencias parentales son moldeadas por la historia y por el contexto donde estamos insertos, es fruto de un aprendizaje y también de un reaprendizaje qué podemos alcanzar en la medida que también lo pensamos y lo vamos trabajando en nuestro propio rol de padres.
Ser padres es nuestra forma de ser con nuestros procesos de aprendizajes social, cultural y de nuestra propia experiencia como hijos, niños, niñas y adolescentes bien o mal tratados por nuestros padres.
La competencia parental es el aprendizaje y continua actualización de tres elementos: conocimientos, actitudes y prácticas de crianza positivas.
Estilos de respuestas parental:
- Padres que tienen respuestas sensibles;
- Otros que tienen un estilo más controlador;
- Y otros que tienen un estilo no responsivo hacia las necesidades de los niños.
De esta manera, hay algunas prácticas de crianza que tienden más a lo formativo, por ejemplo padres dedicados al aprendizaje, al hacer las tareas, etc., otros, en cambio, enfocados a lo socioemocional, o sea, a contener, acompañar y demostrar afecto. Y hay otro estilo más nutricio, que se orienta en proteger, alimentar, cuidar, etc. Todas esas serán formas únicas en que se manifiestan nuestras prácticas diarias de crianza.
Estos elementos van a permitirnos organizar y conducir nuestras propias prácticas de crianza, a través de diversas situaciones de la vida familiar acompañando, protegiendo y promoviendo de esta manera, las trayectorias de desarrollo positivo, de los niños y niñas, con el fin último de garantizar el bienestar y el ejercicio pleno de los Derechos Humanos.